martes, 22 de junio de 2010

El mercado televisivo


La televisión, y en general, los medios de comunicación, son la gran tela que enreja nuestra sociedad. Muchas veces vemos la tele meramente por entretenimiento o por curiosidad, pero no nos damos cuenta de que nos influye de manera decisiva. No sólo a nosotros, sino a los niños les sirve como modelo de imitación de sus idolos tanto en su conducta, como en la manera de relacionarse con sus iguales.


Haciendo un breve seguimiento de la evolución que han sufrido los medios de comunicación, y la televisión en particular, vemos una distancia abismal desde la primera y única cadena, hasta la implantación la la tediosa y sacadineros TDT. ¿Por qué ahora hay que comprar un aparatito para poder ver la televisión que hemos comprado hace 5 años y que apenas se ha usado? Simplemente es cuestión de negocio.


Todo lo que envuelve ese mundo es cuestión de negocio. ¿Acaso a alguno le interesa si el tal Jesulín de Ubrique este va a visitar a su hija Andreita que tuvo con una toxicómana de medio pelo y además verdulera, llamada Belén Esteban? No es por criticar a tan magnánima mujer. Me parece justo lo que dice, pero no sus formas. Creo que para reivindicar una cosa tan personal e injusta como esa no hay que hacer una guerra mediática que está durando ya unos 11 años, pero tristemente o no, se está lucrando de ello. Existen maneras mucho más honorables que no requieren que el 90% de la sociedad sepa sus dimes y diretes con el que a su pesar o no es el padre de su hija. Tristemente en esto es en lo que se ha convertido la televisión, en un medio lucrativo donde más que informar, se desinfoma al telespectador contando líos de camas. Muy señores míos, esta es la preocupante sociedad en la que vivimos.


Haciendo memoria recuerdo que antes no había mas de una o dos televisiones por familia. Teníamos que ponernos de acuerdo para ver un canal y de una manera u otra confraternizábamos con nuestra familia. Opinábamos, reíamos, llorábamos y sufríamos cuando un tal Bertín Osborne esperaba junto a un pequeño niño que había puesto toda su ilusión cantando a que un jurado de "expertos" diera su aprobación. Todo eso hacíamos, sí, pero lo hacíamos juntos. Ahora, sin embargo, uno ve el fútbol en el salón, otro al Mariñas en la cocina, otro el peliculón en el cuarto y así. Nos hemos dividido. Somos el producto de un mercado de primera que hace de nosotros carne de cañón.


Queramos o no, todos nosotros dependemos ahora en cierta medida de la tele. No sabemos que hacer con nuestro tiempo libre. En vez de leer o salir a la calle a pasear, nos tumbamos en el sofá y sufrimos cuando España pierde 1-0 contra Suiza. Desgraciadamente es así, y todos somos esas pequeñas moscas que se pegan a la tela de araña que conforma nuestra televisión.

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