martes, 17 de mayo de 2011

¿Una Taza de Café?


Suena el despertador. Son las 7 de la mañana.
Hoy es un día más...soleado...pero rutinario.
Me desperezo y voy a la cocina a poner la cafetera. Café colombiano.

Mientras bebo a sorbos lentos, degusto el cafe. Su aroma me envuelve, y su textura se me pega en el paladar dejándome un gusto sabroso.

El amor.

El amor no deja de ser como un buen café. Su halo te envuelve, su aroma te embriaga y siempre te queda un sabor en la garganta instantes después de haberlo probado. Ese es el buen amor. El que se saborea tiempo depués de haberlo tomado, el que se vuelve adictivo y no puedes parar de tomar, el que te mantiene despierto en las noches, y el que, de una forma u otra hace que estés inquieto.
Cuando pruebas el amor te sientes enganchado a él. Piensas en la necesidad de volver a probarlo, te quita el sueño, te vuelve ansioso, alegre, activo, soñador...te vuelve una persona tonta, vulnerable ante cualquier palabra, gesto o acto de la persona amada. Te vuelves protector, guía, confidente. Ya no eres tú, ahora sois los dos.
Lo malo empieza cuando el sabor del café se vuelve amargo. Ahí está el saber encontrar tu tipo adecuado.

Cuando pruebo el cafe, un buen café, siempre tengo ganas de más.
Pasa el día y su sabor perdura.

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