lunes, 10 de enero de 2011

Ahogo mis penas con martirio.
Noches de caricias lejanas,
versos perdidos en el aire,
ecos de risas tempranas.

Mi piel bebe añoranza,
y mis ojos con hastío
recuerdan destellos fugaces
de aquellas noches que ansío.

El rocío de la mañana
empapa de llanto mi ego
que llora porque no estás
o quizás porque no has vuelto.

Rayos de sol penetran en mi
como dagas ardiendo.
Enllagan mi corazón
que sangra lamento.

Si la muerte sana mi delirio
quiero que llegue rauda.
No quiero volver a amanecer
y despertar otra mañana
sin las caricias de tu piel
y sin alegria en el alma.

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